martes, 10 de diciembre de 2013

COSETTE


Tu rostro golpea mi cabeza
como piedra arrojada del cielo
de mis brumas emerges callada
como estrella fugaz que no espero

rostro iluminado de hermosura
sonrisa dulce, boca de miel
pinceladas rosadas de dulzura
labios lindos, beso de joven mujer.

Tu voz golpea mi pecho
como rayo luminoso de fuego
rompes mi silencio y mi inercia
despertando mis sentimientos de nuevo

rostro que sorprende mi sueño
ojos tiernos, forma de dos lunas
cristales finos dibujando mi cielo
rostro bello que disipas mi miedo.

Tu belleza es impacto en mi alma
como dardo que vuela y me alcanza
corazón herido que sueña
es un imposible hacerte mi amada

rostro tan joven que adoro
suspiros que pierdo y añoro
figura de mujer deseada
boca de niña que quiero y me ahoga.

CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)

lunes, 9 de diciembre de 2013

PARADOJA DE LO CONCRETO

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
respiración que se vuelve asfixia,
asfixia que respiras calma,
placer tornándose dolor
dolor ocasional y placer eventual
dolor insistente, placer intermitente
nacimiento que culmina en deceso
deceso que se come los huesos,
sensación de una caricia,
sensación que se vuelve herida,

sensación que es de placer,
sensación de mi dolor,
salud  que te vas de vacaciones
o para siempre
visita inoportuna, tú mi enfermedad,
hambre que me devora,
saciedad que me engorda,
sexo es el que pido por abstinencia,
abstinencia de la lujuria,
nuestra cópula es el cielo,
alimento, voz, oído, mudez,

sordera, ceguera, arrugas
cirugía estética y no sé qué más,
expresiones de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
vida humana que se nos regala para
gozarla y sufrirla, vida humana que se
nos escapa en segundos de tiempo,
en arenas que discretas discurren
ondulantes, oscilantes y vivas
de la mano de los besos y las ofensas
que le prodiga el  viento,

diminuto espacio,
escenario humano que llamamos
realidad, vida, amor, abrazos,
materialidad que nos sorprende
en sus mutaciones infinitas,
en el devenir de nuestros mundos
besos de piel, caricias de sol
perennidad que todo mata,
murmuraciones de un cura
santidad de carne asada.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
paradoja inmaterial
de sueños y pesadillas que quedan presos
entre nuestro corazón y pensamiento,
deseos insatisfechos, utopías de todo tiempo
de nuestras intenciones más concretas
y sostenidas en el tiempo,
de nuestros anhelos e ilusiones
más profundamente etéreos,
dignos señores, dignos caballeros
esclavos de nuestras convicciones,
de las tiranías de nuestro corazón.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
realidad corpórea,  arena pesada,
poros de una piel eterna pero condenada
piel de miel muda pero que canta
piel que muta al paso de las caricias
piel temporal, tiempo hecho horas,
minutos, segundos, milésimas de segundo,
arena hecha reloj como contabilidad ingrata,
ciega avaricia de nuestra mutación,
paradoja de la vida en la que tu carne
es arena hecha piel donde no cabe el beso

perennidad de mi sueño inalcanzable
fría o tibia sinfonía del viento y tu temblor,
eres tormenta que sin permiso me invade
te adentras en mi espacio limitado,
sin un, ¿puedo entrar?
como diminutas estrellas que tintinean
lejanas en los bordes del universo
caes ardiendo en chispas incandescentes
sobre mi cuerpo inerte pero inquieto
en roces puntiagudos,
agujas microscópicas
incontables y minúsculas sensaciones,
dispersas como tus besos disipándose
en el vacío, fondo inacabado de la nada,
eso es, el mundo sobre un abismo
de sueños colgados en la oscuridad
de un mundo balanceándose,
sobre un vacío insondable,
sobre el vacío más vacío que
puedas imaginar.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
es tu cuerpo de mujer
finos granitos de arena,
millones, infinitos granitos
que el viento barre y moldea,
como mis caminos
que son de arena
unas veces suave
y otras áspera
sobre tu cuerpo de desierto
mis pasos profundos y lentos
que tu arena se devora,
no dejo huellas, no dejo pasos,
caminos inciertos pero múltiples,

arena que hiere mis ojos
en lo profundo de mi retina duerme vivo
tu cuerpo de duna joven grabado en piedra,
concretas partículas de arena húmeda
que en la sala de mis pensamientos
ya no cambian con el viento,
duna silenciosa que se transforma
en curvas tranquilas
que no puedo asir entre mis manos

sin sostener la mirada
para ver tu rostro tan hermoso
que se desvanece en la mañana,
viento de no sé qué voluntad maligna
que te arranca de mis manos
que te roba la vida en humo
en cada una de las bocanadas
con las que tus cigarrillos
se llevan tu vida hecha humo,
humo que se lleva tu calma
cigarrillos de tu stress
que se llevan tus sonrisas,
esas que tanto amo,
y
ahora, sólo sé que tengo arena en los ojos
viento que golpeaste mi rostro,
en vano intenté cubrirme
ahora tengo arena en los ojos,
como tengo tu cuerpo
en la retina del alma

tu cuerpo de arena
que todo lo invade
que todo lo penetra,
de nada sirvió cubrirme el rostro
ahora tengo arena en los ojos
arena de tus labios,
de tus senos de carozo
arena de tus manos,
de tu vientre y tu no sé qué,
tengo arena en mis ojos
y ahora no te puedo ver
no puedo ver nada,
no puedo ver a nadie
tengo tu cuerpo en mis ojos.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
del rincón de mis recuerdos
no entiendo nada,
sólo pasos marcados
sobre tu cuerpo de arena,
arena de un  desierto
o a veces de una playa,
en ninguna dejo huellas,
en ninguna hay vírgenes ni hadas
en ninguna hay plegarias, Ave Marías
o Magdalenas que me abrazan,

tu imagen que se revela en mis noches
es etérea pero visualmente concreta,
imagen de arena que se disipa
con el viento de las mañanas,
esa tu imagen de india blanca
es luz que en su fulgor se impone
sobre mis nostalgias más profundas,
mis memorias más recientes
y mis carencias más urgentes,
tu voz es el rumor del mar
padre del oleaje más discreto
y de las tempestades más sinceras,
(loca te dirían si supieran)

que tus alas son espigas de maíz
y tus plumas sangre hirviente,
que tus labios son silencio
y tu lengua maravillosa
es mandioca hecha vientre,
tus cantos son de selva,
hoja verde, cuerpo de india ardiente,
tu piel es agua fresca, a veces mar salado
otras de agua dulce, río que corre lentamente

tu cauce es sereno,
caricia tierna omnipresente,
otras veces tormenta inclemente
que golpeas mis conceptos y mi mente,
incansables olas que
desgarran las mismas rocas
susurrar discreto que me hace miasma,
poesía evidente,
noche eterna que me hace insomnio,
ladrona de sueños,

atrapa brisas de mi otoño
oscuro horizonte
el de mi noche sin tu luna,
en ti me pierdo sin rumbo,
sin estrellas ni tesoro,
océano infinito que me bebo íntegro
en tu solo abrazo,
por donde navego no hay senderos,
ni venas ni surcos,
tu vientre ausente es mi sueño,
ansioso deseo de llegar
al puerto de mis sargazos
oleaje de sangre es el que pierdo
en una copa de vino
oleaje de amor
vía láctea infinita y larga
en la que te espero inútilmente
porque sé que no vendrás
porque sé que te marchas
como la arena que discretamente
sopla el viento

pero, a pesar de todo
te espero
contra el más pesimista de los pronósticos
te espero siempre,
no te dejo ni me rindo a tu sueño
tercamente no pierdo la esperanza
de encontrarte, porque
de arena son mis manos
y de agua mis ojos en los que te pierdes,
sobre tu tierra
de arena temblorosa estoy parado
porque
no tengo más piso que tu sombra
por eso, los zapatos me he quitado
porque es tiempo que mis dedos cuenten sus grandezas
desnudas experiencias de grises infinitos
sobre ellas construyo inútiles vanidades
impotencias al paso que me jalan el saco.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
me detengo en medio de nuestra temporalidad
y te busco inútilmente
mis manos escarban el vacío
como agua que chapoteo en la nada
y me empapo de añoranzas  y melancolías
de pasos inciertos, de certezas tardías
porque tengo un grito que callo
sin una boca que abrir
sin labios que te llamen

porque no quiero que escuches
mis lamentos ni mis risas más amplias
ni mis llamados cada noche
no quiero que escuches a mi alma
clamando tu nombre mudo
porque cada noche te sueño,
porque cada día te pienso.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
mi cansancio es la paradoja de lo concreto
de toda carne y todo hueso
de todo deseo y todo sueño,
sueño iluso que no se rinde que no se esconde
sueño absurdo, locura insana que te desea
voluptuosa boca, vientre de arena dulce mi india blanca.

CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)

miércoles, 4 de diciembre de 2013

DE LA TIERRA EN LA QUE VIVO

DE LA TIERRA EN LA QUE VIVO

De la tierra en la que vivo,
no tengo adonde más volar
porque de la Torre más alta,
esa fría estructura de cristales
verdes esmeraldas en la que resides,
en donde reina tu corazón,
sólo tengo los silencios más muertos,
las palabras más mudas y las cartas
más blancas, más vacías, páginas no escritas,
sin letras, sin besos que las sellen.

De la tierra en la que vivo
no tengo más palomas mensajeras
para te mandar, ni mañanas, ni sueños,
ni una inminente amenaza nuclear,
no tengo más que disculparme
si en mi delirio sólo confundo
mi propia voz con tus labios,
mudos como la piedra más pétrea,
que se diluyen en sonrisas prestadas,
esquizofrenia amorosa, sensación sin igual.

Engaño mío, alucinación mía,
borrachera infame que me confunde
sintiéndome  enamorado de un amor soñado
en dónde sólo hubo casualidad.

CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)

jueves, 28 de noviembre de 2013

LAS PUERTAS

LAS PUERTAS

Las puertas,
enigmáticas bocas del laberinto humano,
escondrijo de nuestros deseos que se contienen o se desbordan,
acertijos vivientes de nuestros cuerpos
te voy abriendo, te voy cerrando,
voy saliendo, voy entrando,
puertas de madera, puertas de fierro,
puertas de cartón, puertas invisibles, automáticas o de vidrio,
puertas levadizas o automáticas,
puertas blancas, negras o amarillas
puertas de la vida, puertas de la muerte
puertas del amor, puertas del corazón,
puertas de la alegría, puertas de la tristeza y de la sinrazón,
puertas del cielo, puertas del infierno, del abismo y de la ilusión,
la puerta de tu boca, la puerta de tu sexo,
la puerta de tu cuerpo y la de tu dolor,
por una puerta llegamos al mundo,
por otra puerta nos entierra la muerte,
por una puerta sembramos nuestras semillas más sublimes,
por una puerta brotan nuestros besos y nuestra voz,
por una puerta callo, respiro tu perfume y me trago tu silencio,
dicen que los ojos son ventanas, yo digo que son puertas del alma,
puertas de llanto, de la risa y del adiós,
puertas de abrazos,
consuelo de puertas, abrazos de puertas, apertura y cierre de puertas,
nuestras vidas sedentarias tienen puertas
y hay más de una puerta entre los dos,
no todas nos acercan y no en todas nos encontramos,
puertas que se abren cuando  quieren dejarte entrar,
puertas que se cierran cuando te quieren atrapar.

La puerta de mi casa era blanca
de madera añeja, fiel testigo de mis pasos,
en mi patio jugaba con el cielo
¡qué azul era el cielo entonces!
nubes luminosamente blancas,
copos de nieve que volaban como nubes
en permanente transformación,
mutaciones infinitas que acomodaba mi imaginación,
rostros de hombres, cuerpos de mujer,
caballos y elefantes,  dinosaurios, serpientes,
gallinas de corral, el ojo de un Dios,
las alas de un ángel, la cola de un diablo,
un arcángel y su espada de fuego exterminador.

La puerta de mi infancia era de madera blanca,
con poros de congoja y antigüedad
adornada malamente con lágrimas de cuarzo
fiel testigo de mis pasos titubeantes,
boca inconsciente que vomitaba ríos,
ojo complaciente de mis juegos de verdad,
oído atento de mi abecedario y de mi tarea escolar,
agua de viento, de tormentas y de barcos de papel,

espejo atento de mis fantasmas,
de fantasías que no se ven,
paisaje imaginario de jardines mal cuidados
suspiro prolongado de flores mansas y serenas,
bosque de mariposas que revoloteaban en sus cabellos,
eras la niña india imaginaria de mi infancia en soledad
con su vestido de tul blanco y su rostro de cristal,
zapatitos de charol blanco y medias de algodón,
cabellera larga y ondulada, acomodada por lazos de amor

acogías en tu cabeza tibias muñecas de tela
tacitas de juguete, figuritas de papel,
sueños, príncipes azules de algún cuento,
burbujas de jabón, tejidos de un bebé,
hace mucho que discreta y silenciosa
te fuiste sin yo saber,
niña compañera de mis juegos,
tus manos crecieron
sin que pudiera tomarlas alguna vez,
error más grande querer hacerte concreta como nube celestial
querer congelarte eterna en copos  inmutables
pero no eras piedra eterna,  eras carne ondulante

germinando humana por puertas
que paulatinas se iban abriendo
en diseños del deseo, formas tiernas
delicada porcelana de mujer hermosa
transformada en estrella de mis deseos,
niña india, imaginaria de mis sueños
con tus pasos te perdiste
por las turbias puertas del tiempo,
puertas de tu cuerpo que se abrieron
senos de ternura que como dos rosas
frescas y tersas van naciendo,
vientre joven que se inunda de deseos

caderas redondas ensanchando
labios húmedos virando besos
te hiciste mujer, mi niña imaginaria,
de tu corazón lejano me fui volviendo
un prisionero, ocupante precario y solitario,
un niño asustado y atrapado en tu brillante cielo,
nubes voluptuosas que mutando pasan
por las puertas recién abiertas de nuestros cuerpos
me siento un niño sin sonrisa que callado tiembla
en la brisa de tus latidos y tus recuerdos
puerta cerrada, congelada en el mismo tiempo,
prisión virtual de mis amores y mis deseos.

La puerta de mi casa era blanca
de madera añeja, fiel testigo de mis pasos,
en mi patio jugaba con el cielo
¡qué azul era el cielo!
¿En dónde estabas entonces
tú, mi india blanca?
¿En dónde mi niña de amor?
¿Eras acaso alguno de esos
suspiros que al mirar al cielo
imaginaba como el más bello
azul? ¿Estabas quizás en el
óvulo hipotético del vientre de
tu madre? ¿En el esperma no
pensado de tu padre? ¿En el
pensamiento no acabado de
algún arquitecto de éste y de
otros mundos?

Amor, puerta que se abre de repente,
luminosa chispa que se enciende y que estalla
en un instante de absoluta casualidad,
modo inconsciente, no premeditado,
espontáneo, breve, muy breve,
pero inmensamente completo,
puerta que une a la nada con la vida
puerta que nos pone a un paso de la eternidad.
Quizás deambulabas como mi
propio deseo o proyecto de futuro,
como tierna estudiante o abogada
por realizarse en tu Osasco o
por las bulliciosas calles de São.
Paulo. No sé, pero siempre me
pregunto por tus años y por aquellos
años que nos distancian como un muro
de concreto armado y de ternos bien
planchados y de entalle un poco duro.
De los años que me quedan de vida,
de los veinte o más años que vas a
sobrevivirme.  ¿Qué será de tus pasos
cuándo yo ya no exista? ¿Qué será de
mis huesos y de mi más débil voz?
Seré sólo polvo, olvido en tu mente,
fea hilacha desprendida del vestido de
tu memoria que estorba o, peor,
simple e insignificante nimiedad
mirada indiferente que ahora ignoras
voces del silencio que no provocan nada,
seré tal vez una partícula de polvo
inútil inconsistencia de carne humana
besos volados de las puertas de nuestros cuerpos
cáscara seca que se desprende de mi piel,
partícula muerta de amor vivo que ensucia
los rincones menos frecuentados de tus pensamientos,
esquina oscura de un desván que hay que limpiar.

Te escucho muda mi india blanca,
te escucho muda y a mí me duele
el alma.

Las puertas están ausentes
y para mí al menos parece
que se empiezan a cerrar.

CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)

viernes, 22 de noviembre de 2013

UM BEIJO SOBRE UMA TAÇA DE RUM DOURADO

UM BEIJO SOBRE UMA TAÇA DE RUM DOURADO

Quando a noite jaz tranqüila e estranha
e a escuridão profunda desliza mais,
abro as portas do jardim das ilusões,
terra rica de onde brotam férteis as palavras,
frágeis flores de cores mornas,
frutos incertos de um único suspiro,

cativo, me rodeiam em pura calma,
cravos anônimos que acordam meu prazer,
céu azul sem nome no que moram
tuas tenras formas de índia branca,
olhos lindos que deixaram de me olhar,
tua imagem é ausência feita tristeza,

teu sopro me gela como morte doce,
morte imprevista e silenciosa,
mudo piscar de olhos que nos chega
e nos deixa para sempre calados,
beijo mal dado
centelha acidental que se acende

e se apaga no suspiro de um só instante,
pérdida infinita que nos transforma
em nada, em todo, em pó de estrelas,
acidente divino que nos presenteia
o jogo da vida e a morte.

Quando a noite jaz tranqüila e estranha
dorme na minha mente teu rosto
como presente alheio que sonho
ternura que não tenho, que perco,
ladrão silencioso da minha vida,

sim, a vida, esse inseto esquivo que voa
em círculos e escapa de minhas mãos,
lábios incertos os teus minha índia branca,
que beijam fugitivos a um amigo,
última olhada, cálida brisa que passa

que sento perta mas não me toca,
loucura temporal que acende
minha ilusão mais fria, mais morta,
mais ternamente morta que a vida,
calada, de sensações inúmeras

que deliciosas e únicas se desvanecem
como a cena final de um teatro,
a comédia e drama de teus abraços
mais mornos e envolventes, mais abraço
que todos os abraços juntos.

Quando a noite jaz tranqüila e estranha
tua boca treme de silêncios,
sorvos de rum dourado compartilhado
com meus lábios bêbados de desejo
labios encarnados em um beijo

sobre a borda de uma taça de cristal,
instante mágico no que teu mais
tenro encanto me fez feitiço,
da borda de uma taça de cristal
sem te beijar, furtei teu beijo mais doce, 

beijo embriagado pelo aroma
e o sabor de um rum dourado,
beijo esquecido que eu tomei
como aquele que toma emprestado da própria vida,
hipoteca de sangre que escraviza minha alma

e se apropria de meu coração,
lábios que sem se tocar se beijam
sobre a borda de uma taça de rum dourado
sem querê-lo tu e querendo-o tanto
e tanto eu, tanto e tanto, tanto,

sobre a úmida marca de teus lábios
coloquei meus lábios, sobre a mesma borda
no que teus lábios sorveram o rum
senti o suave calor de tua boca se dissipando
e teu respiro etéreo tomando-me o coração,

o sabor de teu batom penetrando minha voz
beijo úmido e fresco envolvido de embriaguez
repousado e úmido como a cada um dos poros de tua pele,
frio e amargo como um adeus, como um adeus
adeus sem palavras de despedida, sem despedidas.

Quando a noite acorda certa e conhecida
com as primeiras luzes ainda frias da manhã,
me despido de meu jardim das ilusões
e me entrego às incertezas da vida
na busca de teus olhos e teus lábios vermelhos, minha índia branca.


CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)

jueves, 21 de noviembre de 2013

TUAS ROUPAS DE CHANEL E CHRISTIAN DIOR

TUAS ROUPAS DE CHANEL E CHRISTIAN DIOR

Nesta noite eu te olhei, quando teus olhos calavam esperanças
quando teus olhos calavam esperanças, nesta noite eu te olhei.

Tuas roupas são gladíolos perdidos no tempo
pétalas de outras primaveras alugadas a uma flor,
larvas insaciáveis que se nutrem de teu corpo,
não te deixam, não se vão, são tua alma feita pedaços,
lembranças mortas sem retorno, migalhas de alguma dor.

Tuas roupas são encaixes de esterco e limão,
únicas e soberanas donas de tua pele e teu suor,
nua tu não és nada, só rugas enegrecidas de carvão,
vestida tu és uma princesa das ruas, fantasiada como uma flor,
tuas roupas sujas e rasgadas são de Chanel e Christian Dior.

Tuas roupas são conselhos bem baratos, puro frio e solidão,
sentada no asfalto sofres sozinha de artritismo e cansaço
dores do corpo, dores da alma, tu não és de curta idade,
nas noites quando passo, eu te olho e agora entendo,
que tuas lágrimas estão feitas de mofo e umidade.

Teu lar é uma praça com jardins de todo um povo,
tem gramado um pouco seco, terra, lama, imaculada sujeira,
urina de bêbado, resíduos de cerveja e de excremento
perfume da rua, fragrâncias de desodorante ambiental,
melodias dos carros, ônibus, transeuntes, fluxo social.

Teu lar tem pinturas, grafitos e palavrões enfeitando um monumento,
anúncios de néon, faróis, postes luminosos que iluminam ao teu redor,
deitada no concreto, obscura sempre dormes com frio em um rincão,
baratas, moscas e mosquitos a cada noite estão de festa
teu corpo em que aterram é uma fonte de calor.

Tua cama é de concreto, frias escadas de áspera cor
entrada encerrada, tapete vermelho que alguém se roubou
hotel de luxo envelhecido, por essas portas alguma vez passaste,
moça fresca e nova, amante de ocasião,
lembranças de pedra presa em num castelo de algodão.

Teu rosto foi fruta doce, alegria dos homens,
casca alguma vez muito macia que com o vento se secou,
tuas mãos de rosa fresca, hoje são lençóis impossíveis de passar,
teus lábios de figo seco são consciências silenciadas
deles penduram vozes que tu queres calar.

Boca de modelo, lábios de cristal,
doces reflexos que não querem beijar,
esquecimento sempiterno, esquecimento só de hoje
perdida nesta selva de florestas de cartão,
és tu mulher um coração, se diz que definhou,
modelo o figurino da revista Vogue.

CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS

lunes, 18 de noviembre de 2013

TUAS MÃOS QUE ACARICIAM

TUAS MÃOS QUE ACARICIAM


De minhas mãos chovem palavrinhas e um sermão
que o sol cala trás tuas nuvens,
minhas mãos são bocas mudas e fechadas
rígidas escleroses, galhos secos de silêncios sem adeus.

Tuas mãos que acariciam são ásperas sinfonias
argila de algum anjo sem um Deus
lençóis de pura seda, fruta fresca de candor.

De minhas mãos crescem as mentiras
águas frias que se estagnam,
turvas indiferenças, novelos de lã em eclosão
inútil confusão de um mágico predisgitador.

Tuas mãos que acariciam lavam roupa do patrão
limpam casas e escovam solos, até as tristezas do coração
cortam batatas, carnes e cebolas, adicionam o sal da ilusão.

De minhas mãos alimentam-se as distâncias
caminhos polvorentos, horizontes sim um sol,
carinhos invisíveis, pão com queijo e com presunto
fome insatisfeito que sacias com temor.

Tuas mãos que acariciam são receitas do amor
cortam, misturam e preparam o fogão,
os alimentos, as delicias e os agravos da dor.

De minhas mãos se seguram as tristezas
as madrugadas com noite e a água com sabão,
se te toco não te acho e si te acho não te ouço
meus dedos são tão surdos como músico de salão.

Tuas mãos que acariciam são melodias silenciosas
o tilintar de um clarinete e o bater de um tambor
elas tocam no meu peito tua música e tua canção.

De minhas mãos que te cantam não lembro hoje quase nada
têm dedos e linhas longas, calabouços de esperança, 
nas minhas palmas é que tu lês que o futuro será melhor
delas me como a luxuria  e meus desejos por teu amor.

Tuas mãos que acariciam são pássaros ao vôo
ausências muito concretas e ninhos de ocasião
elas lavam minha amargura e alimentam minha ilusão. 

De minhas mãos jogam simples as mães de um convento
elas se vestem de túnica e cobrem sua cabeças com um velo,
seus olhares estão presos aos frutos de outros corpos
ventre alheio, ventre novo que se morre do desejo.

Tuas mãos que acariciam são palavras de consolo
pinturas de Picasso e loucuras de Van Gogh
cores azul do céu e brancas neves de meu ardor.

De minhas mãos pouco secas acaricio o açúcar de tua flor
meus dedos de artesão competem com teu tempo,
relógio biológico que  bloqueia meu desejo, não te olho não te ouço,
só avanço até tuas águas e me mergulho em teu tesouro.

Tuas mãos que acariciam sempre cheiram a sabão
são limpas sutilezas, flores tenras da mãe de um trabalhador
elas beijam com seus dedos e fazem sexo com amor.

De minhas mãos agora frágeis desenho as linhas de teu rosto
nova e bela extravagância, desejo ansioso de me aprofundar em teu primor,
oportuna e ansiosa espera de beber-me a sorvos teu silêncio
hoje não janto, hoje não fumo, hoje não bebo, só espero que fervas de paixão.

Tuas mãos que acariciam são de terra úmida e ensolarada
ferramentas de trabalho da índia, a camponesa e o lavrador
preparam o solo, semeiam e colhem da terra as hóstias de tua comunhão.

De minhas mãos um pouco velhas não tenho muitas esperanças, mas
Tuas mãos que acariciam são meu sonho, meu desejo, minha revolução.


CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)