martes, 10 de diciembre de 2013

COSETTE


Tu rostro golpea mi cabeza
como piedra arrojada del cielo
de mis brumas emerges callada
como estrella fugaz que no espero

rostro iluminado de hermosura
sonrisa dulce, boca de miel
pinceladas rosadas de dulzura
labios lindos, beso de joven mujer.

Tu voz golpea mi pecho
como rayo luminoso de fuego
rompes mi silencio y mi inercia
despertando mis sentimientos de nuevo

rostro que sorprende mi sueño
ojos tiernos, forma de dos lunas
cristales finos dibujando mi cielo
rostro bello que disipas mi miedo.

Tu belleza es impacto en mi alma
como dardo que vuela y me alcanza
corazón herido que sueña
es un imposible hacerte mi amada

rostro tan joven que adoro
suspiros que pierdo y añoro
figura de mujer deseada
boca de niña que quiero y me ahoga.

CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)

lunes, 9 de diciembre de 2013

PARADOJA DE LO CONCRETO

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
respiración que se vuelve asfixia,
asfixia que respiras calma,
placer tornándose dolor
dolor ocasional y placer eventual
dolor insistente, placer intermitente
nacimiento que culmina en deceso
deceso que se come los huesos,
sensación de una caricia,
sensación que se vuelve herida,

sensación que es de placer,
sensación de mi dolor,
salud  que te vas de vacaciones
o para siempre
visita inoportuna, tú mi enfermedad,
hambre que me devora,
saciedad que me engorda,
sexo es el que pido por abstinencia,
abstinencia de la lujuria,
nuestra cópula es el cielo,
alimento, voz, oído, mudez,

sordera, ceguera, arrugas
cirugía estética y no sé qué más,
expresiones de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
vida humana que se nos regala para
gozarla y sufrirla, vida humana que se
nos escapa en segundos de tiempo,
en arenas que discretas discurren
ondulantes, oscilantes y vivas
de la mano de los besos y las ofensas
que le prodiga el  viento,

diminuto espacio,
escenario humano que llamamos
realidad, vida, amor, abrazos,
materialidad que nos sorprende
en sus mutaciones infinitas,
en el devenir de nuestros mundos
besos de piel, caricias de sol
perennidad que todo mata,
murmuraciones de un cura
santidad de carne asada.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
paradoja inmaterial
de sueños y pesadillas que quedan presos
entre nuestro corazón y pensamiento,
deseos insatisfechos, utopías de todo tiempo
de nuestras intenciones más concretas
y sostenidas en el tiempo,
de nuestros anhelos e ilusiones
más profundamente etéreos,
dignos señores, dignos caballeros
esclavos de nuestras convicciones,
de las tiranías de nuestro corazón.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
realidad corpórea,  arena pesada,
poros de una piel eterna pero condenada
piel de miel muda pero que canta
piel que muta al paso de las caricias
piel temporal, tiempo hecho horas,
minutos, segundos, milésimas de segundo,
arena hecha reloj como contabilidad ingrata,
ciega avaricia de nuestra mutación,
paradoja de la vida en la que tu carne
es arena hecha piel donde no cabe el beso

perennidad de mi sueño inalcanzable
fría o tibia sinfonía del viento y tu temblor,
eres tormenta que sin permiso me invade
te adentras en mi espacio limitado,
sin un, ¿puedo entrar?
como diminutas estrellas que tintinean
lejanas en los bordes del universo
caes ardiendo en chispas incandescentes
sobre mi cuerpo inerte pero inquieto
en roces puntiagudos,
agujas microscópicas
incontables y minúsculas sensaciones,
dispersas como tus besos disipándose
en el vacío, fondo inacabado de la nada,
eso es, el mundo sobre un abismo
de sueños colgados en la oscuridad
de un mundo balanceándose,
sobre un vacío insondable,
sobre el vacío más vacío que
puedas imaginar.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
es tu cuerpo de mujer
finos granitos de arena,
millones, infinitos granitos
que el viento barre y moldea,
como mis caminos
que son de arena
unas veces suave
y otras áspera
sobre tu cuerpo de desierto
mis pasos profundos y lentos
que tu arena se devora,
no dejo huellas, no dejo pasos,
caminos inciertos pero múltiples,

arena que hiere mis ojos
en lo profundo de mi retina duerme vivo
tu cuerpo de duna joven grabado en piedra,
concretas partículas de arena húmeda
que en la sala de mis pensamientos
ya no cambian con el viento,
duna silenciosa que se transforma
en curvas tranquilas
que no puedo asir entre mis manos

sin sostener la mirada
para ver tu rostro tan hermoso
que se desvanece en la mañana,
viento de no sé qué voluntad maligna
que te arranca de mis manos
que te roba la vida en humo
en cada una de las bocanadas
con las que tus cigarrillos
se llevan tu vida hecha humo,
humo que se lleva tu calma
cigarrillos de tu stress
que se llevan tus sonrisas,
esas que tanto amo,
y
ahora, sólo sé que tengo arena en los ojos
viento que golpeaste mi rostro,
en vano intenté cubrirme
ahora tengo arena en los ojos,
como tengo tu cuerpo
en la retina del alma

tu cuerpo de arena
que todo lo invade
que todo lo penetra,
de nada sirvió cubrirme el rostro
ahora tengo arena en los ojos
arena de tus labios,
de tus senos de carozo
arena de tus manos,
de tu vientre y tu no sé qué,
tengo arena en mis ojos
y ahora no te puedo ver
no puedo ver nada,
no puedo ver a nadie
tengo tu cuerpo en mis ojos.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
del rincón de mis recuerdos
no entiendo nada,
sólo pasos marcados
sobre tu cuerpo de arena,
arena de un  desierto
o a veces de una playa,
en ninguna dejo huellas,
en ninguna hay vírgenes ni hadas
en ninguna hay plegarias, Ave Marías
o Magdalenas que me abrazan,

tu imagen que se revela en mis noches
es etérea pero visualmente concreta,
imagen de arena que se disipa
con el viento de las mañanas,
esa tu imagen de india blanca
es luz que en su fulgor se impone
sobre mis nostalgias más profundas,
mis memorias más recientes
y mis carencias más urgentes,
tu voz es el rumor del mar
padre del oleaje más discreto
y de las tempestades más sinceras,
(loca te dirían si supieran)

que tus alas son espigas de maíz
y tus plumas sangre hirviente,
que tus labios son silencio
y tu lengua maravillosa
es mandioca hecha vientre,
tus cantos son de selva,
hoja verde, cuerpo de india ardiente,
tu piel es agua fresca, a veces mar salado
otras de agua dulce, río que corre lentamente

tu cauce es sereno,
caricia tierna omnipresente,
otras veces tormenta inclemente
que golpeas mis conceptos y mi mente,
incansables olas que
desgarran las mismas rocas
susurrar discreto que me hace miasma,
poesía evidente,
noche eterna que me hace insomnio,
ladrona de sueños,

atrapa brisas de mi otoño
oscuro horizonte
el de mi noche sin tu luna,
en ti me pierdo sin rumbo,
sin estrellas ni tesoro,
océano infinito que me bebo íntegro
en tu solo abrazo,
por donde navego no hay senderos,
ni venas ni surcos,
tu vientre ausente es mi sueño,
ansioso deseo de llegar
al puerto de mis sargazos
oleaje de sangre es el que pierdo
en una copa de vino
oleaje de amor
vía láctea infinita y larga
en la que te espero inútilmente
porque sé que no vendrás
porque sé que te marchas
como la arena que discretamente
sopla el viento

pero, a pesar de todo
te espero
contra el más pesimista de los pronósticos
te espero siempre,
no te dejo ni me rindo a tu sueño
tercamente no pierdo la esperanza
de encontrarte, porque
de arena son mis manos
y de agua mis ojos en los que te pierdes,
sobre tu tierra
de arena temblorosa estoy parado
porque
no tengo más piso que tu sombra
por eso, los zapatos me he quitado
porque es tiempo que mis dedos cuenten sus grandezas
desnudas experiencias de grises infinitos
sobre ellas construyo inútiles vanidades
impotencias al paso que me jalan el saco.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
me detengo en medio de nuestra temporalidad
y te busco inútilmente
mis manos escarban el vacío
como agua que chapoteo en la nada
y me empapo de añoranzas  y melancolías
de pasos inciertos, de certezas tardías
porque tengo un grito que callo
sin una boca que abrir
sin labios que te llamen

porque no quiero que escuches
mis lamentos ni mis risas más amplias
ni mis llamados cada noche
no quiero que escuches a mi alma
clamando tu nombre mudo
porque cada noche te sueño,
porque cada día te pienso.

Paradoja de lo concreto,
de toda carne y todo hueso,
mi cansancio es la paradoja de lo concreto
de toda carne y todo hueso
de todo deseo y todo sueño,
sueño iluso que no se rinde que no se esconde
sueño absurdo, locura insana que te desea
voluptuosa boca, vientre de arena dulce mi india blanca.

CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)

miércoles, 4 de diciembre de 2013

DE LA TIERRA EN LA QUE VIVO

DE LA TIERRA EN LA QUE VIVO

De la tierra en la que vivo,
no tengo adonde más volar
porque de la Torre más alta,
esa fría estructura de cristales
verdes esmeraldas en la que resides,
en donde reina tu corazón,
sólo tengo los silencios más muertos,
las palabras más mudas y las cartas
más blancas, más vacías, páginas no escritas,
sin letras, sin besos que las sellen.

De la tierra en la que vivo
no tengo más palomas mensajeras
para te mandar, ni mañanas, ni sueños,
ni una inminente amenaza nuclear,
no tengo más que disculparme
si en mi delirio sólo confundo
mi propia voz con tus labios,
mudos como la piedra más pétrea,
que se diluyen en sonrisas prestadas,
esquizofrenia amorosa, sensación sin igual.

Engaño mío, alucinación mía,
borrachera infame que me confunde
sintiéndome  enamorado de un amor soñado
en dónde sólo hubo casualidad.

CÉSAR AUGUSTO DE LAS CASAS (c)